domingo, 27 de febrero de 2011

Jumpstyle, un salto de internet a las calles de la ciudad


informador.com.mx / Redacción

Nacieron con resortes en las piernas. Pasan horas del día brincando en sitios públicos. 18 hombres y una mujer. Ninguno rebasa los 24 años. Todos son tapatíos. Se hacen llamar Jump Lords (Caballeros del salto). Pueden hacer cine con un celular y animación de una sentada. Son autodidactas por correspondencia: alumnos de Youtube. Los domingos rebotan en el camellón de la avenida Chapultepec, en Guadalajara. Su “enfermedad” se llama Jumpstyle. Es contagiosa.Contagiosa y de rápida diseminación.

Jumpstyle tiene 4.1 millones de referencias en el buscador Google. La web lo describe como una tendencia musical, una técnica dancística, una pandemia. Nació en Bélgica, en 1990. En el portal Youtube hay 188 mil videos. Si alguien desea sentirse viejo debe verlos. O ir al camellón de Chapultepec un domingo. Los bailarines giran, se acuclillan, se expanden... Pero lo suyo, lo suyo, es brincar. Se llaman jumper. Tienen gurús melódicos: Zatox, Noiscontrollers, Headhunterz, Coone, Showtek… La música suena igual que sus autores.



Lo de los nombres es una marca del género. Acá no hay Panchos, Chavas, Rigos. No. Entre los Jump Lords, por ejemplo, al que le habían puesto Jorge Santillán se rebautizó como “Antonaif”. Cristofer Casas es“Krizzhard”; Javier Jiménez, “Sparks”; Juancho, de doce años de edad, “TotalControler”. Nombres de internet, todos, porque todos son internautas.

Aparte del internet, para ser jumper se necesita buenos tenis y mejores rodillas, ropa cómoda y, sin duda, la certeza de haber gateado en la infancia. “No es nomás brincar. La coordinación es indispensable”, afirma Alan Díaz, el pionero en Guadalajara.

Coordinación, resistencia cardiaca y aguante para la radiación ultravioleta. Guadalajara no es Bruselas. Aquí el sol pega duro a las once de la mañana, cuando los caballeros del salto llegan a Chapultepec, y ahoga a las tres de la tarde, cuando se marchan. Ni calentamiento ni relajación. En cuanto instalan el estéreo y la música electriza el ambiente, las extremidades de resorte de los muchachos se mueven entre impetuosas y enardecidas. Algunos pasos se hacen sobre las dos piernas. Otros en una sola. Con patadas ligeras hacia los lados. Remates de pies. Giros de trompo. Descensos. Coreografías grupales. Risas. Y las bocinas suenan a todo y los litros de agua desaparecen en las gargantas y se forma una ronda para que los muchachos se luzcan en el centro y la euforia se vuelve generosidad a la hora de enseñar a los mirones que intentan la proeza. Algunos de esos mirones acabarán enviciados.

Menos el sol, el resto de la historia ocurre igual en Alemania, cuenta Marcelo Alfaro, “VicK99”, estudiante de ingeniería química y uno de los fundadores del grupo de lords, junto con Alan, “Alannemesis12”; Carlos Álvarez, y Rosa Martínez “Roxy”. Los chicos se conocieron en el Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI). Rosa es licenciada en danza y novia de Alan.

Ingeniero en computación y profesor de matemáticas, Alan fue el primero en llegar al Jumpstyle, en julio de 2010, cuando buscaba música electrónica en internet y vio el video de un jumper.

El descubrimiento se volvió obsesión. “Asistí a varios tutoriales —clases por internet— y empecé a “frecuentar” a otros jumper —por internet—. Practicaba todo el día, en cualquier lugar. Como en mi casa no hay espejos, me grabé en video para corregirme”, relata.

Casi al mismo tiempo, Marcelo Alfaro llegó a Offenburg, Alemania, en septiembre de 2009, para un intercambio académico. Como ir a La Meca. El Jumpstyle allá es como las protestas en el Paseo de la Reforma. Cada tanto, decenas de Jumper e reúnen con el único fin de bailar hasta que el cuerpo aguante. Hasta tienen una consigna: “Brincar no es un crimen”.

Como no es un crimen y sí es mejor que padecer el frío y extrañar los frijoles, a Marcelo le dio por saltar. Cuando había aprendido, se inscribió en el grupo JumpCrew Bade-Württemberg. Y, como en un diario de viaje, le envió sus videos a sus familiares.

Lo de grabarse y exhibirse en la red es una costumbre de los jumper. Lo hacen en sitios representativos de sus metrópolis. Las filmaciones de Alan Díaz, “Jumpstyle en Guadalajara” y “Jumpstyle en Guadalajara 2”, lo muestran bailando en el CUCEI, la glorieta Del Charro, la catedral, los arcos de la Minerva, la Basílica de Zapopan, el Macrobús, junto a una botarga del doctor Simi... Han recibido más de 139 mil visitas virtuales.

A las virtuales se añaden las visitas presenciales de las familias tapatías, en el camellón de Chapultepec, todos los domingos, desde septiembre de 2010. ¿Cómo llegaron ahí los lords? Casi recién desempacado de Offenburg, Marcelo se reunió con Alan y Carlos Álvarez, que habían mejorado su técnica. Decidieron hacerse visibles en la Vía RecreActiva.

¿Pena? Quedarse sentados. “Con esto uno de desinhibe y hasta crea pasos de mas complejidad”, afirma Marcelo. Y si los pasos evolucionan en dificultad, ocurre lo mismo con las filmaciones. Una de las últimas de VicK99, “A Jumpstyle Story”, lo muestra alucinando sus propios pasos en las salas del Instituto Cabañas. El video implicó, además de los saltos, la actuación de Marcelo, una planeación, animaciones y una edición minuciosa.

Pero nada como los videos de Patrick Jumpen, un dúo holandés formado por Patrick Mantizz, y Dion Teurlings.  Según la web, los bailarines han acumulado unos 35 millones de visitas. Los Patrick Jumpen tienen hasta disquera, pero no son los preferidos de los tapatíos. “Los rusos son los buenos”, afirman.

Los rusos, sobre todo un tal “Champ18”, brincan la potencia de una bala de cañón, son delicados como Barbie y logran giros que ya quisieran algunos bailarines profesionales. Bailan como… rusos.

Eso sí, ni en Rusia ni en México hay muchas jumper. En Guadalajara, la reina es Rosa Martínez, también maestra de ballet.

—¿Se parece el Jumpstyle a otro tipo de danza?

—Tal vez a la prehispánica, por los saltos, estiramientos y giros.

Es cierto. Los danzantes de la Virgen tienen algo de jumper.

A diferencia de sus compañeros, Rosa insiste: el calentamiento y la condición física son indispensables.

La verdad es que también se requieren algunas habilidades, para que el pie derecho no se confunda con el izquierdo ni los brincos con tropiezos. Uno cree que vale la pena intentar una secuencia de brincos 10 veces, sólo hasta que Alan Díaz abre la boca: “¡Ah! ¡Se me olvidó decirte: mañana te vas a acordar de nosotros. Las piernas te van a doler de verdad”.


El origen

El término Jump (salto) se utiliza tanto para un género musical como para un estilo de baile. Nació a principios de los años noventa en Bélgica como una variante más lenta del género de música electrónica Hardcore. Al final de dicha década, la forma de bailar empezó a ganar popularidad hasta convertirse en un estilo único y adoptó el nombre de Jumpstyle, se dio a conocer en México a través de videos en internet de quienes practican este baile en otras partes del mundo.

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