domingo, 24 de octubre de 2010

La discoteca más pequeña del mundo




-El festival Lilliput programa sesiones de DJ en garitas y tabucos de portales y escaleras barceloneses de apenas cinco metros cuadrados.



Barcelona, 23 oct. (COLPISA, Cristian Reino).
Es como el Sónar, pero en miniatura. Nada de grandes escenarios, ni miles de personas dando botes a la vez. Pasa como los buenos perfumes, hay que ofrecerlos en dosis muy pequeñas. Es lo que hace el festival Lilliput de Barcelona, un certamen que continúa con su reto de revitalizar el patrimonio histórico y cultural de las garitas y tabucos de escaleras y portales de tantos y tantos edificios de la capital catalana y que este año ha apostado por la música electrónica.

Por segundo año consecutivo, el espacio ganado a las antiguas porterías de un gran número de fincas del centro de la ciudad condal se convierte durante "un mes en festival, en una micro-galería o cápsula del tiempo que expone el trabajo de los artistas a través de su escaparate", según la responsable del evento, Patricia Ciriani.

Son unos 100 mini habitáculos abiertos en plena escalera de los portales, que se han consolidado con los años como zapaterías, joyerías o administraciones de lotería. Pero cada vez hay menos, por culpa de la legislación municipal, de ahí la razón de ser de este festival: luchar para que algo tan característico del urbanismo barcelonés no desaparezca.
“Me gusta la mezcla entre lo privado y lo público que se da en estos espacios y la convivencia que hay entre viandantes, vecinos y comerciantes”, afirma Ciriani, artista francesa afincada en la capital catalana. Por eso, añade, "este año ponemos un especial énfasis en la música electrónica, que además se transmite en streaming audio y vídeo desde un quiosco y simultáneamente desde otras ciudades del mundo: como Kingston, Berlín o Londres", señala.

Así, todos los días hasta el 13 de noviembre hay programada una sesión en directo de dos horas, que además puede seguirse desde los teléfonos móviles, según explica la organización.

Poder

Aunque parezca imposible, se realiza desde un quiosco de no más de cinco metros cuadrados que lo convierte en la discoteca más pequeña del mundo. El disc jockey se incrusta en la mini cabina y el público escucha su música desde la calle, algunos viandantes se paran, otros hacen fotos y otros tantos se echan unos bailes. “Estar ahí metido es una experiencia única, es como pinchar desde el otro lado del mostrador”, afirma el DJ Moncao Underbeat. "Me encanta ver pasar a la gente, que se paren, te fotografíen, que sean curiosos, incluso que pongan cara de que no entiendan qué haces ahí; es una experiencia curiosa y enriquecedora", dice. "Levanta expectativas inusuales", añade.
Según este músico mexicano, "lo más importante es el flow: el poder que tiene la música que es como un bumerán". "Tú le das energía a la gente con la música y ellos te la devuelven con su buen rollo y sus ganas de diversión. Pero aquí la experiencia es distinta, porque el contacto es diferente, algunos pasan, otros se quedan a mirar extrañados, otros saludan... el feedback cambia y eso me parece interesante", remata.
Kls Beats es el artista que ha permitido que DJs de Ucrania, Jamaica o España hayan podido unirse en este proyecto lilliputiense. "Convertir un quiosco tan pequeño en algo muy vivo era todo un reto", afirma. "Pero tener durante un mes un lugar fijo donde pinchar era una oportunidad para liarla de verdad", añade. Porque, como señala, el público no sabe si es una disco, un escaparate, y eso es lo bonito, se quedan, bailan, se llevan a su hijo, siguen el paseo... Todo es muy en movimiento", relata.

Alex Feeling coincide en que el arte del ‘deejay’ varía en un emplazamiento tan diminuto y tan callejero. "Es muy diferente. Ver a la gente bailando a través del cristal del quiosco es muy agradable", apunta. Kls Beats reivindica, además, que por fin la cultura se lleve al terreno artístico. "El DJ siempre pincha para la fiesta, pero en esta caso es distinto, porque se pone a los platos para la instalación y para el público que pasa a pie de calle", apunta. "Es darle la vuelta y formar parte de un festival cultural y de arte”, mantiene. Y concluye: “Ese es el camino que creo que debemos emprender los músicos electrónicos, que no sólo seamos un género festivo y de baile, sino que también demos un paso más allá y seamos tenidos en cuenta como artistas y formemos parte del arte en mayúsculas".

((DESPIECE))

De todo

Barcelona, 23 oct. (COLPISA, C.R.).
Además de la programación de DJs, el festival Lilliput ofrece arte interpretado en un escenario en miniatura en campos muy variados como la danza, el cine o el videoarte. Entre las obras expuestas en los quioscos destaca el estreno en España del cineasta francés Jean-Charles Fitoussi, primer realizador que firmó un largometraje con su cámara móvil, en el año 2005, y que ahora estrena su segunda película, ‘Temps japonais’.
Lilliput cuenta además con la primera instalación in situ en Barcelona del videoartista brasileño Caetano Dias, la vuelta del francés Arno Fabre, el descubrimiento del alemán Andreas Kaufmann o la obra de la danesa Annette Merrild, que busca despertar la atención y las conciencias del viandante distraído hacia la realidad de los pisos patera. La bailarina Miryam Mariblanca presenta un dúo realizado en plena escalera del portal, en el que mezcla danza contemporánea, kick Boxing y artes marciales.


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