Fuente: Enfuenlabrada
Para muchos, entre los que me encuentro, el Sónar es uno de los mejores festivales de Europa... O por lo menos el que avanza más acertadamente lo que se va a escuchar en los próximos meses o años... Por eso entre los profesionales y críticos, el Festival de Música Avanzada y Arte Multimedia se ha convertido en una cita ineludible para sondear propuestas.
Pero al Sónar también se va a comprar música o ideas, a cerrar negocios, o simplemente a disfrutar de la noche o del día...
La gran apuesta del festival fue el grupo sudafricano Die Antwoord, con un show acertadísimo que triunfó en la noche del viernes. El DJ Hi Teck, la cantante aniñada y adicta al helio y el rapero cuarentón, supieron mediar esa frontera mediante la parodia y el rap más sorprendentes. Dejaron claro que la imagen que reflejan es una representación, que son capaces de jugar con sus propios límites y que pueden satisfacer con acierto y humor al público más exigente mostrando un sonido nítido y esplendoroso.
Muy destacable la actuación del legendario Aphex Twin. Un incansable descubridor de sonidos que ha marcado una tendencia importante en la música electrónica y que es capaz de rechazar producir nada menos que a Madonna.
No estuvo a la altura de lo esperado la actuación de Magnetic Man, otro de los atractivos del festival, que ofreció un show escaso de originalidad y, lo que es peor, de talento.
El viernes, con media hora de retraso que obstaculizó nuestra pretensión de ubicuidad y tras una sesión de dj Munchi de algo demasiado parecido al ‘reggaeton’, M.I.A. trató de bombardear al público con su conocido derroche de color y mestizaje. Una verdadera lástima que no se escuchara debidamente, que el público acabara en mayor parte aburrido, excepto ante los susurros de indiscutibles hits como Paper Planes.
Algo parecido a esa discordancia entre un buen espectáculo visual y un sonido escaso se vivió el sábado con Janelle Monaé. Mucho estilo, baila muy bien, su música es muy divertida pero simplemente no se escuchaba.
Sónar siempre suele albergar en su programación una cuota de reclamo a los más veteranos del movimiento electrónico. El viernes fue turno para la banda The Human League, que ofreció un concierto que aprobaba de forma muy discreta el mínimo exigible. Por su parte, los portentosos Underworld dieron el sábado el espectáculo que estábamos buscando. Originarios de la época más pura de la devoción a lo artificial, de la hipnosis de la pista de baile y de la sublevación al amor más eufórico, los británicos desgranaron lo mejor de su contundente trayectoria. Estimularon a la masa con el himno 'Born Slippy' (Nuxx) o con el precioso hit 'Always loved a film' para dirigirla hacia una compleja sensación colectiva extremadamente parecida a la felicidad analógica.
Las últimas horas de un festival suscitan habitualmente un rotundo declinar hacia el optimismo y el derroche, impulsado por la amenaza del fin y los primeros rayos de sol; por el eterno dilema de si terminar de una vez o comenzar con algo nuevo.
El viernes, los encargados de esta tarea de convencer por lo segundo fueron Tiga, con una sesión que sonó como una interminable canción suya, y James Murphy -líder de LCD Soundsistem-, que de forma irregular y discutible atenuó su escasa técnica con buen gusto. Antes fue el turno de unos Boys Noize bastante discretos y del elegante, virtuoso y a ratos aburrido A-track.
Las últimas horas del sábado recayeron en la interesantísima propuesta del productor y dj alemán Paul Kalkbrenner (en el que se basa la película Berlin Calling para retratar el ambiente nocturno del Berlín más electrónico). Y en otra espectacular y sugerente sesión de James Holden, el dj británico, añadió más grados a los ardientes movimientos de la pista de baile y colocó a sus asistentes en un punto de atmosférico trance horas antes del final.
SÓNAR DÍA
A pesar de que asisitieron 5.000 personas menos que el año anterior, las aglomeraciones impidieron disfrutar cómodamente de algunas experiencias del Sónar Día. Era humanamente imposible asisitir a citas que parecían imprescindibles como las de Apparat Band, Global Communication o la británica Katy B, que repitió de noche.
De forma multitudinaria también se desarrollaron las –por otra parte- elegantísimas propuestas de Agoria,Four Tet, Nicolas Jaaro Discodeine. Cuatro fantásticos que, en su conjunto, fueron lo mejor de la programación diurna. Y menos público, aunque entregado, disfrutó de la brillante actuación deAstrud + Col•lectiu Brossa, el formato menos electrónico del dúo catalán, que quedó ciertamente fuera de contexto y que también sufrió algunos problemas de sonido.
Así, entre la noche y el día... y alguna interferencia cerraba el sonar una edición, la XVIII, con la que ha llegado a su mayoría de edad, nada más y nada menos...
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