viernes, 10 de diciembre de 2010

En busca del hombre común


Con motivo de las críticas que a veces se hacen al reciente nobel Mario Vargas Llosa o rememorando el artículo que publicó Revista Arcadia sobre Plinio Apuleyo Mendoza, podríamos pensar que en el mundo de la cultura es común encontrar individuos que hacen durante su vida un salto - en ocasiones progresivo y en ocasiones radical - de las ideologías de izquierda a posturas bien de derecha o bien en extremo apolíticas.

Lo que resulta extraño es cuando lo contrario sucede. Y si sucede además en un mundo como el de la música contemporánea, al que tan frecuentemente se le tilda de solipsista y hermético, la cosa se vuelve aún mas sorprendente.

Pianista, Cellista y compositor, Cornelius Cardew se vinculó al mundo de la música experimental Europea de mediados del siglo XX como asistente personal de Karlheinz Stockhausen en el mítico estudio de música electrónica de Colonia. Stockhausen, tradicionalmente excéntrico y centrado en el ego, no se contenía sin embargo a la hora de elogiar al compositor:

As a musician he was outstanding because he was not only a good pianist but also a good improviser and I hired him to become my assistant in the late 50s and he worked with me for over three years. I gave him work to do which I have never given to any other musician, which means to work with me on the score I was composing. He was one of the best examples that you can find among musicians because he was well informed about the latest theories of composition as well as being a performer." (http://en.wikipedia.org/wiki/Cornelius_Cardew)

Abandonando la estética del control riguroso y matemático de todos los elementos musicales característica de esta escuela, hacia finales de los 50 Cardew empezaría a componer empleando las técnicas de la indeterminación y el azar introducidas por John Cage y los compositores Neoyorquinos de la misma generación. Sus piezas más conocidas pertenecen a este periodo.

La historia de este compositor sería similar a la de muchos otros que transitaron las rutas trazadas por las grandes personalidades del Avant-garde musical de mediados de siglo XX, de no ser porque en 1971, tras vincularse ideológicamente al marxismo e interesarse por los textos de Mao Tse-Tung, decidiría darle un viraje total a sus intereses estéticos. El compositor, en palabras del musicólogo Kyle Gann, reconocería en su propia figura al prototipo del artista individualista, que al estar al servicio del arte por el arte, termina por convertirse en un cómplice silencioso de la burguesía y de su elitismo intelectual - con su total falta de interés por la vida, los intereses y las tradiciones del “hombre común” -.

Bien tratándose del control matemático total de la música (como en el caso de Stockhausen) o bien tratándose de la libertad, la indeterminación y el azar (como en el caso de Cage), las ideas vanguardistas que él mismo ayudó a desarrollar durante al menos 20 años fueron finalmente rechazadas por decadentes y burguesas en su libro Stockhausen serves imperialism (Stockhausen sirve al imperialismo) de 1974: un texto deliberadamente incendiario en donde dedica capítulos enteros a destruir lo que hasta el momento fue su propio trabajo y el de sus anteriores maestros. (Ubu web alberga aquí una versión del texto).


Junto al pianista John Tilbury fundaría la Scratch Orchestra, donde pondría sus ideas marxistas en práctica al concertar largos y detallados debates entre el público y los músicos sobre la calidad de la interpretación de la orquesta y las implicaciones estéticas y políticas de la música que interpretaban (siguiendo así, en palabras de Gann, el llamado que Mao hacía a los artistas para que interactuaran con las masas). Durante sus últimos 10 años de vida compondría piezas basadas en música tradicional y música vocal con textos que hacían referencia a la realidad política del mundo.

Durante este periodo se involucraría con el partido comunista británico y haría una carrera fuerte como activista. En 1981, sin ni siquiera 50 años, moriría al ser atropellado por un carro que huyó de la escena. Su pianista, Tilbury, lanzaría posteriormente la hipótesis de que se trató de un crímen político.

El giro abrupto que sufrió el pensamiento musical de Cardew se ve representado en estas dos piezas. La primera, The great learning, pertenece a su periodo Avant-garde. Influenciado por la escuela experimental norteamericana y basada en el texto de Confucio, la pieza mezcla fragmentos recitados con partituras que ofrecen ciertas instrucciones musicales pero que brindan un amplio grado de libertad al interprete. 

En contraste, Smash the social contract, de su periodo marxista, es una pieza en la que el compositor ha abandonado del todo las investigaciones formales musicales para centrarse en el mensaje de conciencia social que pretende transmitir a través del texto. Cualquier experimentación musical sería considerada, dentro de este esquema de pensamiento, como una distracción de las problemáticas que afectan al hombre en la "vida real".

Más allá de las consideraciones estéticas o musicales de cada una de sus etapas, encuentro la vida de Cardew bastante atípica y fascinante. Es una especie de recordatorio de que nuestra historia personal es suceptible en cualquier momento de verse transformada, toda vez que tengamos frente a nosotros suficientes razones para hacerlo.



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