CATALINA GÓMEZ ÁNGEL | Teherán/Servicio especial | lavanguardia.com/Decir que el heavy metal, el rap u otros géneros musicales occidentales están prohibidos en Irán es una verdad difusa que incluso confunde a los músicos y productores. Un ejemplo. La misma semana –esta última– en que la policía de Teherán anunciaba que había capturado a dos bandas dedicadas a grabar y distribuir clandestinamente música ilegal, y en cuyos estudios se habían encontrado instrumentos occidentales también supuestamente prohibidos, se realizaba el primer gran concierto de heavy metal oficial de los últimos 32 años de revolución islámica en Irán.
Un único detalle: en los carteles de promoción no se leía heavy metal por ningún lado. Término que para las autoridades iraníes se relaciona con música satánica, según dicen los entendidos. Se anunciaba, por el contrario, un concierto de Farshid Arabi, considerado el padre de este género musical en Irán. A buen entendedor, pocas palabras: asistieron 1.600 espectadores, lleno completo, que gritaron y siguieron lamúsica desde sus asientos, como lo indica la ley que prohíbe cualquier tipo de desorden.
"Cuando pedí permiso, me preguntaron –en el Ministerio de Cultura– por qué había utilizado la palabra heavy metal en la carátula de mi primer disco", explica a La Vanguardia Farshid Arabi, quien después de largas conversaciones, y explicarles de qué iba su música, logró el permiso oficial para el concierto. Incluso los productores de Barbab Music, que se habían atrevido a apostar por Arabi, nunca pensaron que le fueran a dar permiso. Los conciertos de pop, de canciones románticas, ya son una tradición en la ciudad, pero no lo son los de rock y menos los de heavy metal.
"Que este tipo de música sea prohibida o legal depende más que nada de la letra, eso es lo que al final les importa", dice Arabi, que reconoce que después de años de trabajar sin permiso tuvo que cambiar algunas frases y expresiones de sus canciones. El objetivo, en ese entonces, fue conseguir la autorización para publicar sus dos discos legalmente.
"Si se quiere permiso no se puede hablar de sexo, ni de drogas y tampoco criticar al Gobierno", confirma a la salida Mehrad, de 27 años, que se dice amigo del músico y que había movido su melena y gritado durante todo el concierto. "Arabi tiene buenos contactos arriba para lograr esta actuación, nosotros no lo lograríamos jamás", agrega en voz baja este joven a quien el encargado de la seguridad se le acercó varias veces durante el concierto a pedirle calma. "Yo tengo una banda de power rock y nunca lograría tener un permiso".
Para muchos jóvenes como Mehrad la situación es diferente: practican en estudios clandestinos y sus discos son ilegales porque ni siquiera se atreven a enviarlos al Ministerio de Cultura para que sean aprobados. La alternativa es distribuir la música por internet y hacerla circular en el mercado negro de Teherán. "Estas bandas producen música poco común que luego envían a los canales hostiles de internet o de televisión por satélite", afirmó el comandante de la policía de Teherán, Hoseyn Sajedinia, al anunciar el asalto a los estudios ilegales, de los que dijo que muchos se escondían en edificaciones destruidas y detrás de cortinas. "Son tiempos duros", concluye Merhdad, que dice que incluso si quieres ensayar en estudios legales necesitas un permiso especial, algo que no pasaba antes.
Lo mismo escribe por correo electrónico a La Vanguardia Hussein, uno de los músicos más reconocidos de música electrónica de Teherán. "Hace un año que vivo en un país europeo porque la situación se hizo muy difícil", asegura este joven de 25 años que hasta las presidenciales de junio del 2009, cuando surgió un gran movimiento que protestaba por el resultado que consideran ilegítimo, se dedicaba a trabajar –como tantos otros– en un pequeño estudio en su habitación.
Se dice en Teherán que muchas de estas bandas clandestinas –sólo de rap habría unos 300 grupos en Irán– han dejado de ser activas en los últimos meses porque muchos de sus integrantes han abandonado el país.
"Lo único que me importa con este concierto es que ellos –el Gobierno– se den cuenta de que se pueden hacer este tipo de actuaciones –dice Arabi antes de subir al escenario–. Yo ya tengo 40 años y he luchado mucho, pero es importante para los que vienen".
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