Fuente: El Comercio
La fiesta se prende cuando llega la DJ Giovanna Guerrero a la cabina
del Bungalow. Con el cabello largo negro, una camiseta apretada y un
jean se prepara para mezclar. El público está bailando, saltando al ver
que una mujer se pone los audífonos grandes y empieza con una canción de
Queen con una mezcla de electrónica, lo que ella llama música “tech”.
Mientras
sonríe a los bailarines, un par de audífonos le ayudan a escuchar los
bits de la siguiente canción y con un ajuste de volumen logra
introducir el tema. El público no notó el cambio, simplemente bailan y
ríen en la pista.
Guerrero piensa que las mujeres son el alma de
la fiesta. Mientras ellas bailen, significa que la música está bien,
dice. Con una delicadeza propia del género femenino agarra los platos de
la consola para hacer un ‘scratch’ que acompaña el ritmo. Casi
imperceptible pero que pone a la gente a gritar.
Desde los 15
años realiza este trabajo en bares de distintas ciudades del país. Su
padre, Giovanny Guerrero, ex DJ, le enseñó todo lo que sabe, aunque
ella dice que con el tiempo y la experiencia lo ha ido perfeccionando.
En la cabina de música solo hay hombres. Está rodeada por otros DJ que
la observan mientras ella baila al ritmo de su propia mezcla.
Se
mueve con pasos sutiles, como también lo hace DJ Natalia Azze.
Lentamente levanta las manos y cerrando de vez en cuando los ojos pone
música electrónica en el Acapulco Lounge en Quito. Mientras agarra con
una mano los audífonos, la otra está encima de los botones de la
computadora que no descuida. Ya tiene programado todo el repertorio
musical.
Con vestidos de brillos, camisetas apretadas y escotes en
la ropa ha recorrido varios países mezclando. Fue parte de festivales
en Colombia, Rusia, Líbano y otros lugares en los que su música ha
deleitado al público. Así fue en Máncora, Perú, tocó en la playa por
siete horas sin parar. Dice que la gente solamente bailaba y la
aplaudía. Sin decir una palabra no la dejaban ir porque “les daba lo
que querían bailar y escuchar”, explica Azze.
Mientras relata la
historia revisa por tercera vez las conexiones. Está rodeada por dos
colegas, el ecuatoriano José Villamar y Nico Campo de Argentina, que
miran cada movimiento de la artista.
Con mucha naturalidad se
adueña de la cabina poniéndose bien los audífonos y empezando con una
canción suave pero conocida por el público. Believe de Saeed Younan está
sonando. La gente baila y corea la canción que acompaña las
conversaciones y las risas del público.
A medida que cambia de
canción el ritmo aumenta. Así es su trabajo, siempre comienza con una
canción lenta pero popular y cambia a “las más movidas”. Como la del
grupo Milk and Sugar que suena para finalizar el repertorio de Guerrero.
La
gente canta cuando suena el coro “hey nah neh nah”. Guerrero también
tararea la canción. Lleva mezclando 45 minutos y ya está cansada. El
público no ha dejado de bailar y la música nunca paró. Ella sigue
sonriendo a la gente, quienes levantando el pulgar la felicitan por su
trabajo. Un grupo de hombres jóvenes le gritan “Te amo” desde abajo del
escenario.
Con una risa pequeña y acomodándose de nuevo los
audífonos negros les agradece con un beso volado. Pero aún no termina.
Se prepara para poner la siguiente canción que mueva a su público.
Espera tocar una hora en total para dar la oportunidad a los otros DJ
que se retiraron de la cabina a penas comenzó la mezcla que puso a
bailar a la gente dejando en alto el nombre de la artista y abriendo
campo a las mujeres en la industria de la electrónica.
Más de las DJ
La
gente no tiene que notar al DJ por el cambio de canciones. La mezcla
de ritmos y sonidos debe ser imperceptible. No debe ser un cambio brusco
porque eso no le gusta a la gente ni les deja bailar bien.
Azze es cineasta y productora musical. Además de mezclar en los bares y discotecas se dedica a crear y a experimentar con filmaciones propias.
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